La compañía norteamericana Kimberly-Clark dejó de operar en Venezuela y pasó a ser controlada por el Estado.
La decisión fue tomada luego de las dificultades de la empresa por conseguir materia prima, vinculado a la serie de dificultades económicas que atraviesa dicho país.
Ante esta situación, el gobierno encabezado por Nicolás Maduro determinó la expropiación de la planta de Kimberly-Clark.