Notas de Interés
Autorizan el uso de anticuerpos monoclonales para tratar Covid-19
La Agencia Europea del Medicamento aprobó el uso de estos fármacos como inmunoterapia pasiva para pacientes con riesgo.

 

 

 

 

 

 

Los anticuerpos, también llamados inmunoglobulinas, son un tipo de proteína que forma parte de las moléculas esenciales del sistema inmunitario. Los anticuerpos producidos de forma natural por el cuerpo ayudan al sistema inmunitario a identificar los gérmenes causantes de enfermedades, como las bacterias y los virus, para que el cuerpo pueda destruirlos. De la misma manera, los anticuerpos monoclonales reconocen los organismos a los que deben atacar, pero con una gran diferencia: son proteínas del sistema inmunitario creadas en un laboratorio, es decir, artificiales.

 

Investigados durante años, estos anticuerpos monoclonales se han dirigido en su mayoría a tratar el cáncer, ya que están diseñados para interactuar de manera específica con nuestro cuerpo. Gracias a estas investigaciones previas, ahora sus aplicaciones se han ampliado y la lucha contra el SARS-CoV-2, el virus causante de COVID-19, cuenta con esta nueva arma.

 

La Agencia Europea del Medicamento (EMA) autorizó el uso de algunos tipos de anticuerpos monoclonales en base a que los fármacos biológicos son una opción terapéutica para pacientes con riesgo de sufrir una infección grave por coronavirus.

 

El tratamiento de COVID-19 con anticuerpos monoclonales se basa en la inyección de moléculas de este tipo con capacidad para reconocer de manera específica a la proteína S del SARS-CoV-2 (la ‘llave’ que permite al virus entrar en las células para infectarlas) y unirse a ella con una alta afinidad. Es decir, quedarán bien enganchados. “Es una forma de intervenir con inmunoterapia pasiva que podría ser útil para el tratamiento de pacientes inmunodeprimidos, con deficiencia del sistema inmunitario, porque se está activando la respuesta inmunitaria desde fuera al inocular una molécula como si fuera un medicamento” explica Leonor Kremer, investigadora del CSIC en el CNB-CSIC.

 

Estos anticuerpos no sirven para evitar contraer COVID-19, según explica Sonia Zúñiga, investigadora en el CNB y experta en coronavirus. “No son para prevenir. No son anticuerpos que se administran para no resultar infectado. No es como una vacuna”. Estos anticuerpos sintéticos actúan a dos niveles: en primer lugar, reconocen las partículas virales y las células infectadas para que puedan ser atacadas por el sistema inmunitario. Por otro, pueden bloquear la interacción entre el virus y la célula para impedir que entre.

 

Además, el funcionamiento de estos anticuerpos monoclonales permite que puedan actuar directamente contra el virus, informando al sistema inmunitario para que las células como los macrófagos, o las llamadas NK, natural killer (Asesino Natural, en inglés) entren en acción. “Lo que los convierte en un medicamento idóneo es esa capacidad de estimular una respuesta inmunitaria celular y de generar cambios incluso a nivel inflamatorio de los anticuerpos terapéuticos, junto con su alta especificidad y baja toxicidad”, afirma Kremer.

 

Por lo tanto, este tratamiento está enfocado a las personas infectadas que presenten un alto riesgo de ser hospitalizadas, bien por obesidad, diabetes, por edad o para personas inmunodeprimidas, que no tienen la capacidad de generar sus propios anticuerpos para neutralizar el SARS-CoV-2. “En las personas que van a tener una enfermedad grave, ésta progresa muy rápido, así que necesitas algo que de alguna manera les ayude rápidamente”, añade Zúñiga.

 

Según explican ambas expertas, para que el tratamiento con anticuerpos monoclonales sea útil, debe ser administrado al inicio de la infección, antes de que se desencadene una respuesta inflamatoria, la denominada tormenta de citoquinas. “Se ha comprobado que es esa inflamación descontrolada de COVID-19, y no tanto el virus en sí, lo que provoca los casos graves e incluso mortales”, explican.

 

¿Cómo funciona esta terapia?

 

De manera natural, los anticuerpos en el cuerpo humano son policlonales, lo que supone que han sido originados por diferentes linfocitos B que han dado lugar a diferentes células que producen anticuerpos frente a diferentes moléculas. En cambio, monoclonal quiere decir que se ha podido aislar de la naturaleza una de estas células para así multiplicarla en un entorno de laboratorio y que todos los anticuerpos que se generan ahí sean idénticos. Por tanto, posteriormente pueden aislarse y emplearse como terapia.

 

Uno de los grupos de investigadores que estudia este tipo de moléculas efectivas frente al SARS-CoV-2 está dirigido por Kremer: “La forma de llevarlo a cabo consistió en inmunizar ratones con la proteína S del virus, que se sabe que es la parte esencial para desencadenar la respuesta inmunitaria”, explicó.

 

Los ratones generaron anticuerpos policlonales diferentes, entre los que había que elegir los más protectores.  “Lo primero que hicimos fue estudiar qué ratones tenían mejor respuesta frente a la proteína S”, dice Kremer. A esos ratones se les extraen luego las células B para cultivarlas en el laboratorio y poder analizar los anticuerpos que cada una de ellas producía. “Con las células seleccionadas se han ido realizando diferentes pruebas in vitro hasta poder elegir aquellas que producían los mejores anticuerpos. Y estos son los que además de reconocer a la proteína S, son capaces de inhibir la interacción entre ésta y el receptor ACE2 de las células para que el virus no pueda penetrar. Este receptor es la ‘cerradura’ que acciona el virus SARS-CoV-2 para invadir nuestras células”.

 

Una característica distintiva de los anticuerpos monoclonales es que también pueden emplearse como medida preventiva en individuos altamente expuestos al virus, dado que permanecen varias semanas en el organismo. La ventaja de los antivirales, en cambio, es que son mucho más baratos y pueden ser administrados de manera oral.

 

 Fuente: National Geographic

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