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Profesionales de la UBA desarrollan minicomprimidos pediátricos
Son medicamentos discontinuados elaborados en formulaciones pequeñas de fácil disolución para chicos con enfermedades graves.

 

 

 

 

 

 

Un equipo de farmacéuticos y bioquímicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) trabaja desde hace una década y media en el desarrollo de medicamentos que se habían dejado de producir o no están disponibles en dosis pediátricas para la atención de chicos con enfermedades incapacitantes. En el sexto piso de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFYB) funciona el laboratorio, donde ahora se elaboran unidades apenas más grandes que la cabeza de un alfiler de un fármaco para complementar el tratamiento de las distonías o, desde hace ya más tiempo, una versión líquida de una enzima clave para contrarrestar los efectos de patologías neurodegenerativas.

 

En el Centro de Investigación, Desarrollo y Control Farmacéutico (CIDEC) de la facultad, también están preparando con colegas de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y el Hospital Garrahan una formulación pediátrica de levotiroxina, de indicación común para los problemas de tiroides. Las tres instituciones firmaron un convenio para el desarrollo, el control y la producción de minicomprimidos.

 

“Desarrollamos formulaciones para pediatría que la industria no produce por distintos motivos. Nos dedicamos a esos medicamentos considerados huérfanos. Los comprimidos son muy pequeños, pero no tanto como para ser nanofármacos, sino minicomprimidos”, explica Silvia Lucangioli, cocoordinadora del CIDEC, profesora titular de Tecnología Farmacéutica I e investigadora independiente del CONICET.

 

Para lograr la dosis necesaria en una forma más pequeña, utilizan menos excipientes con el ingrediente activo. Al tomar contacto con el agua, se dispersan en segundos justamente por su tamaño. Pesan seis veces menos que un comprimido convencional.

 

Varias soluciones

 

Esto resuelve varios problemas: evita los peligros en los más chicos al tragar un comprimido, garantiza la administración de la dosis indicada del ingrediente activo al no tener que fraccionar la que está diseñada para adultos e impide, por la fácil disolución, que se tapen las sondas y haya que estar reemplazándolas.

 

Valeria Trípodi, coordinadora del CIDEC, quien tiene entre sus tareas monitorear a los pacientes tratados, explica que “al trabajar con fármacos muy conocidos a los que el equipo le da otra forma farmacéutica, no se requiere un ensayo clínico como con un producto nuevo, sino controles de estabilidad y seguridad”.

 

Fuente: La Nación

 

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